dedicado a mi amigo y compañero el gordo. Yo se que alguien se animó, y terminó abriendo el otro ojo, el izquierdo, el paso desafortunado, pero el correcto...tango que te lloro violento entre árboles sucios y piernas delgadas, esas piernas estiradas de la mujer violenta, agresiva, con una serena mirada, una seducción constante, y la causante de la apertura del ojo izquierdo del caballero, ma´que caballero, el hombre del murgón, utiliza piernas largas como cortas, y cabeza agachada con una sonrisa punzante, haciendo polvo el suelo, polvo que no permite ver bien a él, al espectador, pero no el de adelante, al de atrás, al contrabajista, aquel que abraza su instrumento como si fuera una mujer, una gorda mujer, con todo en su lugar, y esos dedos, pulgar e índice acariciando las cuerdas, erotizándola. El hombre en cuestión, el ya contrabajista, siempre, todas las noches y también algunos días se esconde en el rincón, sabiendo que mantiene el ritmo de toda la banda, el oído de la gente, sin aparecer, no le busquen traumas psicológicos a este pobre músico (pobre de vez en cuando), porque no los tiene, tampoco timidez, es carencia de algo, y el cierre del ojo izquierdo indicó la carencia de que. La música es un candombe con toda pinta de valsecito, con poesía de milonga, y con pinta de mezcla, es sólo distintas mentes en distinto momento en el mismo lugar, en el escenario, ahora en baires, quizás mañana en Montevideo, y ya exportados en Budapest, Ginebra o Katmandú, tal vez Berlín... Peludo, que mueves la hoguera, deja ese vino, trae esa pena, no vamos a solucionarla, no vamos a olvidarla, pero vamos a tumbarla, a guardarla en el pozo del contrabajo, que el rinconero junte las lágrimas caídas con un susurro devastador, sin blasfemar, dibuje capitán...dibuje malevo...y ahora las tradiciones son modas, y el mensaje es aplauso. |
domingo, agosto 26, 2007
Murga, candombe y tango (o el contrabajista)
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