domingo, enero 06, 2008

Cuerpo en tela

dedicado a los vesitdos de mi querida elisa.

Ay, por favor que el creador o creadora de vestidos esté contento donde sea que se encuentre, Pero no hablaré de cualquier vestido, sino de los que me gustan con locura, los que me emocionan profundamente… los vestiditos de verano, los famosos vestiditos.
Sí, sí, hasta un poco más arriba de las rodillas con olitas de tela en su final dejando huella en pensamientos eternos cada vez que se retiran.
Vestiditos amigos del sol, y también de la lluvia, se mojan con diversión y coquetería, no se arruinan bajo el agua, es más se ponen elegantes, por ejemplo cuando recibe el sudor proveniente de la cabeza, o cuando ésta se entromete en una canilla… esas gotitas cayendo en el vestidito, que ricura.
De flores o a lunares, con colores de estación y en excelente combinación con las frutas.
Quizás los estimo tanto por no ponérmelos, pero allí está la maravilla… a los vestiditos hay que saber llevarlos, lucirlos, y más aún, observarlos.
Besaré a la máquina de coser, enorme toda ella, o las manos, esas manos artesanas de este vestidito amigo del viento y del barro.
Ya supera el hecho de una prenda de vestir, el vestidito es una delicia terrenal, y quién sabe si más allá también. Desde épocas antiquísimas hasta hoy, de diversas textual, con utilidad estética y de vestir.
Lo más sorprendente es que el momento que más espero es cuando el vestidito se va, cuando suavemente (o ni tanto) lo quito, con mis manos, con mi boca, con mis ojos.

Vestidito de verano, de veredas, de playas, de transportes, de casa, del mundo.