Las marcas que quedaron en mi piel no son sólo marcas, son estruendo de un dolor eterno, vivo, ágil, un dolor que se escurre por todo el pantano verde y febril. Son pequeñas manchas unidas en un abrazo durante aquel lapso de cariño ideal, cuando verme y tocarme era vomitivo, pero deseado… es una delicia llegar a las profundidades del asco, de lo impresionable, poder reconocer a otro en uno, y seguir siendo el mismo.
El pantano era caluroso y enigmático, no se lograba ver cuando terminaba, ni podía distinguir que tipo de especies lo habitaban. Yo era una especie única en ese pantano, soy una especie única en el pantano; me encuentro solo, sucio, abandonado, desilusionado… mi dolor corre por toda el agua mezclada con barro, regalo mi dolor con un moño al moho enverdecido.
Pero no puedo dejar de sonreír, tampoco lo intento, no debo perder los rasgos alegres en mí. No debo llorar, no debo hacer muecas, ni burlarme de mis defectos. No debo.
Sigo introduciendo mi dedo índice en la piel buscando un lago útil como remedio, celestial, un pozo donde fugarme por un rato a disfrutar de la suavidad de la yema de mis dedos inspeccionando lo siempre rechazado por mis ojos.
Intento ingresar a mi intimidad y acariciar lo que evité en el proceso conocido como “amor propio”… ser un caracol desnudo sin un caparazón, eso deseo, acurrucarme en el miedo y dormir en él, utilizando la sonrisa como almohada y la tristeza como frazada.
Me repugno, me quiero. El pantano es mi lugar elegido para yacer.
martes, julio 31, 2007
sábado, julio 28, 2007
CIERVOS
Los ciervos no son bambis, los ciervos no son malos. Ni Disney, ni miedo.
Desde el desconocimiento científico – biológico podemos afirmar que los ciervos tienen cuernos, o una especie de ellos. Los ciervos necesitan ser afilados, o los ciervos necesitan afilar sus cuernos, en fin, es una necesidad por comodidad / placer que no puede ser ejecutada en cualquier lugar.
Los ciervos son animales de bosque y de clima frío. El afilamiento se produce contra los árboles del denso bosque. No debe ser una tarea fácil, golpes duros uno tras otro, derecha – izquierda y el cuerpo que tiembla. Cuernos blancos, fuertes, con forma, ni pelados, ni peludos, contra la firme corteza del árbol gigante, verde, y con un tronco de madera sensible.
Llega un punto en que es tal la fuerza del ciervo contra el árbol para lograr sus cuernos afilados y con forma, que la madera no resiste más, el árbol va cayendo, el ciervo da un paso atrás. El árbol cae y muere, el ciervo camina, desfilando su ornamenta, y pudiendo cazar pequeñas especies, así como defenderse de otras más grandes, o de mismos cuervos colegas, con sus nuevos cuernos afilados.
Un ser vivo mata a otro ser vivo. No es la primera vez que pasa.
Los ciervos no son bambis, los ciervos no son malos.
Desde el desconocimiento científico – biológico podemos afirmar que los ciervos tienen cuernos, o una especie de ellos. Los ciervos necesitan ser afilados, o los ciervos necesitan afilar sus cuernos, en fin, es una necesidad por comodidad / placer que no puede ser ejecutada en cualquier lugar.
Los ciervos son animales de bosque y de clima frío. El afilamiento se produce contra los árboles del denso bosque. No debe ser una tarea fácil, golpes duros uno tras otro, derecha – izquierda y el cuerpo que tiembla. Cuernos blancos, fuertes, con forma, ni pelados, ni peludos, contra la firme corteza del árbol gigante, verde, y con un tronco de madera sensible.
Llega un punto en que es tal la fuerza del ciervo contra el árbol para lograr sus cuernos afilados y con forma, que la madera no resiste más, el árbol va cayendo, el ciervo da un paso atrás. El árbol cae y muere, el ciervo camina, desfilando su ornamenta, y pudiendo cazar pequeñas especies, así como defenderse de otras más grandes, o de mismos cuervos colegas, con sus nuevos cuernos afilados.
Un ser vivo mata a otro ser vivo. No es la primera vez que pasa.
Los ciervos no son bambis, los ciervos no son malos.
miércoles, julio 25, 2007
Pez Julio
Paz, Pez…paz, y la canción más larga de la historia se hace eco eterno entre diversos pasajes de un día que perdió el tiempo, y entonces dejó de ser día.
A medida que nos distanciábamos en la senda nevada el tiempo se fugaba.
Nieve, Pez…nieve, y suplico tu nado, tu aleteo constante, tus branquias despiertas, tu vida.
Recuerdo amenamente a un árbol, el Señor Árbol, quién nos invitó a posar en él, sustento de nuestros placeres. Hojas de agua.
Hojas de agua.
El capricho tímido de los irreverentes niños sobre la urbe-natural, saltando, sosteniendo su aire en cada respiro.
No hay fin, y nos inventamos un viejo nuevo comienzo, donde es todo blanco, y el cielo aún nos mira, y no nos dice nada, sólo nos mira.
Las búsquedas ingratas, inciertas de un control perdido, triunfo de los cuerpos, alegría de los dichosos niños, aquellos malabaristas del aire.
Los conectores empiezan a perder sentido, y también las demás palabras…. La música inunda cada lapso espacial. Sin lenguaje, le pido, no deje de nadar pez, no deje de nadar, hasta que mi vuelo llegué a tus escamas, y luego sólo flotar sobre hielo naranja.
Transformar el sol propio en sol nuestro, brillar desde lo más hondo, desde lo inhóspito del interior.
Hóspitos los senderos construidos sin intención, colchones de viento, motores de pan.
Fracción – división – separación, espantados por una ola de nieve.
Cuando esté sentado en el puente quieto, flotando, allí será sólo el anticipo del gran baile, allí, donde y cuando los brazos cruzarán alas, las plumas en espinas,
Y los labios…labios, naranjas, nevados.
A medida que nos distanciábamos en la senda nevada el tiempo se fugaba.
Nieve, Pez…nieve, y suplico tu nado, tu aleteo constante, tus branquias despiertas, tu vida.
Recuerdo amenamente a un árbol, el Señor Árbol, quién nos invitó a posar en él, sustento de nuestros placeres. Hojas de agua.
Hojas de agua.
El capricho tímido de los irreverentes niños sobre la urbe-natural, saltando, sosteniendo su aire en cada respiro.
No hay fin, y nos inventamos un viejo nuevo comienzo, donde es todo blanco, y el cielo aún nos mira, y no nos dice nada, sólo nos mira.
Las búsquedas ingratas, inciertas de un control perdido, triunfo de los cuerpos, alegría de los dichosos niños, aquellos malabaristas del aire.
Los conectores empiezan a perder sentido, y también las demás palabras…. La música inunda cada lapso espacial. Sin lenguaje, le pido, no deje de nadar pez, no deje de nadar, hasta que mi vuelo llegué a tus escamas, y luego sólo flotar sobre hielo naranja.
Transformar el sol propio en sol nuestro, brillar desde lo más hondo, desde lo inhóspito del interior.
Hóspitos los senderos construidos sin intención, colchones de viento, motores de pan.
Fracción – división – separación, espantados por una ola de nieve.
Cuando esté sentado en el puente quieto, flotando, allí será sólo el anticipo del gran baile, allí, donde y cuando los brazos cruzarán alas, las plumas en espinas,
Y los labios…labios, naranjas, nevados.
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