El regreso siempre suele ser más fácil que el camino de ida, y eso es maravilloso. No es que sea un facilista, ni nada parecido, lo atractivo de la vuelta tiene su base en lo distinto que puede llegar a ser una misma senda tomada desde otro extremo, pero con la ventaja de ya haber pisado alguna vez ese terreno. Y subir, y bajar, y nuevas decisiones que tomar, si derecha o izquierda o que venga otro y decida por uno. Al volver, ya sabemos que disfrutar con más enfoque, y también existe la posibilidad de adueñarse del tiempo (siempre existe). Igualmente lo mejor sigue siendo nunca volver. de martropía. |
jueves, febrero 28, 2008
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